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ESG en 2021: cerrar la brecha de las expectativas

Antony Marsden, director de gobierno corporativo e inversión responsable, explora los principales temas relacionados con la inversión medioambiental, social y de gobierno corporativo (ESG) en 2021; entre ellos, por qué es necesario repasar las calificaciones para alinear las expectativas con la realidad.

11 Ene 2021
6 minutos de lectura

Aspectos destacados:

  • Cerrar la brecha de expectativas requiere la colaboración de todos los eslabones de la cadena de inversión, una mejor educación sobre las complejidades de la inversión ESG e informar sobre los peligros asociados a la estandarización y la excesiva simplificación.
  • En 2020 se lograron considerables avances gracias al desarrollo de normas globales y a la mejora en la divulgación de información por parte de las empresas.
  • El equipo GRI de Janus Henderson cree que, para sacar partido de la estandarización, es necesario un enfoque de evaluación de las empresas más realista y que tenga en cuenta el contexto.

Cerrar la brecha de expectativas ESG

Los esfuerzos por codificar, estandarizar y regular los factores ESG en las inversiones serán un tema de debate candente este año. Es más, este trabajo será realmente importante. Una de las razones de la rápida adopción de la filosofía ESG por parte del mercado ha sido su capacidad de acoger diversas lecturas e interpretaciones. Sin embargo, se ha abierto una brecha de expectativas, alimentada por una creciente demanda de productos de inversión con un enfoque ESG, la falta de buenos datos en esta materia y una escasa disposición para abordar los complejos, y en ocasiones contradictorios, factores que subyacen a la inversión ESG. Para cerrar esta brecha y generar mayor confianza a lo largo de la cadena de inversión, parece evidente que el sector necesita mejoras en la información, así como un enfoque más realista y basado en el contexto para evaluar a las empresas.

La promesa de la estandarización

La creciente estandarización de la información ESG es esencial para reducir la brecha de expectativas y abordar el denominado «greenwashing» (el empleo de argumentos no verificados por parte de ciertas empresas para hacer creer a los consumidores que sus productos son respetuosos en materia de ESG). Se requieren baremos únicos e indicadores clave de rendimiento para permitir a los inversores comparar unas empresas con otras y diferenciar entre ellas, así como para permitir a los clientes evaluar mejor las declaraciones en materia ESG realizadas por los gestores de carteras.

En 2020 se registraron significativos. Las empresas se han hecho más conscientes del creciente peso otorgado a estos factores por parte de los inversores, y han respondido destinando muchos más recursos a la divulgación de la información. Al mismo tiempo, se han conseguido avances reales gracias a los esfuerzos para promover una mayor coherencia entre los organismos responsables de definir normas de información ESG a escala mundial, como el Consejo de Normas de Contabilidad Sostenible (SASB), el Consejo Internacional de Reporting Integrado (IIRC) y la Iniciativa de Presentación de Información Global (GRI). La normativa producida por la Unión Europea para una taxonomía verde de clasificación de las empresas y los productos de inversión en base a criterios detallados está demostrándose enormemente influyente en Europa y más allá de sus fronteras.

Todo esto debe ser bienvenido como una iniciativa importante en pro de corregir la brecha de expectativas ESG. Ahora bien, contar con un marco de información mejorado tampoco es la panacea. Para que las ventajas de la estandarización se conviertan en realidad necesitamos un cambio radical en la calidad de las evaluaciones.

No todo lo importante puede ser cuantificado

El dicho popular de que «ni todo lo que importa puede ser cuantificado, ni todo lo que es susceptible de cuantificarse importa» resulta de particular relevancia aplicado a la esfera ESG. Los esfuerzos por asignar puntuaciones numéricas a las empresas se centran inevitablemente en lo que es más fácilmente medible y estandarizable, ignorando en cambio lo más difícil pero, a la vez, más significativo. El problema viene cuando se confía de manera excesiva en los sistemas de puntuación y estos influyen en los resultados de la inversión sin tener en cuenta el contexto. El peligro de la estandarización es una dependencia creciente y desmedida de lo cuantificable.

El gobierno corporativo es un ejemplo claro. Los sistemas de puntuación sobre la composición de los consejos de administración dependen por completo de características susceptibles de medición objetiva, como el número de consejeros independientes, su longevidad u el «overboarding», como se conoce la práctica de un consejero de dedicar una excesiva proporción de su tiempo a tomar parte en demasiados consejos de administración. Factores más importantes para determinar la calidad y eficacia de un consejero, como sus conocimientos, experiencia y competencias, son pasados ampliamente por alto. En consecuencia, las listas de control de lo que se consideran buenas prácticas pueden acabar viéndose como sinónimo de evaluación del gobierno corporativo, y los proxy advisors pueden acabar ejerciendo un poder sin contrapesos.

Un análisis ESG bien fundamentado debe otorgar un papel central a la evaluación de aspectos intangibles, como el capital humano, la cultura corporativa y las relaciones con sus grupos de interés, así como a la evaluación de su encaje con el propósito último de la empresa. Los sistemas de puntuación ESG que aglutinan puntuaciones en materia medioambiental, social y de gobierno corporativo son, en el mejor de los casos, una simple aproximación a esto, y deben ser complementados con conocimientos específicos de la empresa, reconociendo que no existen dos empresas iguales.

Limitaciones de las calificaciones

El uso abusivo de sistemas de puntuación dominados por criterios cuantitativos suele ir acompañado por un exceso de confianza en los resultados y una incapacidad para reconocer sus limitaciones. Traducido a productos de inversión, esto puede acarrear la pérdida de confianza cuando se descubre que fondos con el sello ESG incluyen empresas cuyas actividades plantean serios dilemas éticos. Un enfoque excesivo en la puntuación a nivel del producto de inversión también fomenta la noción errónea de que las empresas pueden ser fácilmente clasificadas entre buenas y malas, o entre sostenibles e insostenibles. Tal mensaje pasa por alto la subjetividad inherente al elemento ESG y la tensión que existe entre sus distintos componentes subyacentes. No debe sorprender que las calificaciones ESG asignadas por los proveedores presenten un elevado grado de variación. Lo que sí sorprende es que alguien espere que dichas calificaciones diversas converjan con el tiempo.

Los acontecimientos de 2020 han dejado claramente al desnudo las limitaciones del marco de puntuaciones y la importancia de un enfoque flexible. La crisis de la COVID‑19 ha supuesto en muchos aspectos una prueba definitiva de la responsabilidad corporativa aunque, como es comprensible, no formara parte de los sistemas de puntuación ESG. Los marcos analíticos adaptables que utilicen análisis específicos sobre la empresa y sus interacciones son la única manera de responder durante periodos de rápido cambio, en los que los temas ESG más prioritarios pueden variar de la noche a la mañana.

El reto del sector de la tecnología

El ascenso protagonizado por el sector de la tecnología plantea retos particulares para los tradicionales sistemas de evaluación ESG. Las valoraciones de las empresas que ahora dominan la economía están formadas principalmente por activos intangibles, mientras que los sistemas de puntuación frecuentemente parecen haberse diseñado para una generación de empresas anterior. Las compañías tecnológicas han recibido por consiguiente un trato relativamente benévolo de las agencias de calificación, pues estas han ido por detrás de la curva en lo que respecta al reconocimiento del impacto potencialmente negativo que las compañías tecnológicas pueden tener en temas como la privacidad, la salud mental, la democracia, la adicción o el bienestar en términos más amplios. Además, han pasado prácticamente de puntillas sobre sus prácticas anticompetitivas y la creciente ola de descontento social con el dominio ejercido por las empresas tecnológicas y la falta de una regulación efectiva.

Ahondar en la evaluación de las credenciales ESG de los gigantes tecnológicos revela lo inadecuado de un simple análisis a lo largo del espectro bueno/malo. A menudo, en estas empresas se entrecruzan características positivas y negativas, ofreciendo productos y servicios que mejoran la vida de muchas personas pero que, al mismo tiempo, contribuyen a lo que se asume como un importante daño social.

Apoyar a los pioneros de la sostenibilidad

Es importante reconocer que los indicadores ESG tradicionales pueden dar una imagen equivocada de las empresas innovadoras de rápido crecimiento, muchas de las cuales representan la mejor esperanza de desbancar a los operadores consolidados y orientar a la economía hacia una senda más sostenible. Las evaluaciones ESG son especialmente dañinas cuando los pioneros de la sostenibilidad reciben calificaciones mediocres a causa de su incapacidad para destinar los recursos necesarios a la divulgación de información ESG. El no hacer estas evaluaciones más flexibles y realistas podría llevar a que algunas de las empresas más innovadoras opten por permanecer en el ámbito privado, en perjuicio de los inversores en sociedades cotizadas.

En última instancia, cerrar la brecha de expectativas requiere de todos los eslabones de la cadena de inversión una mejor educación sobre las complejidades de la inversión ESG y los peligros asociados a la estandarización y la excesiva simplificación.

Estas son las opiniones del autor en el momento de la publicación y pueden diferir de las opiniones de otras personas/equipos de Janus Henderson Investors. Las referencias realizadas a valores concretos no constituyen una recomendación para comprar, vender o mantener ningún valor, estrategia de inversión o sector del mercado, y no deben considerarse rentables. Janus Henderson Investors, su asesor afiliado o sus empleados pueden tener una posición en los valores mencionados.

 

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